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domingo, 22 de abril de 2018

Imaginación sin fundamento

"El Alma es el misterio último del hombre!"

Precisamente, en éso que no se piensa,
es lo que más nos confunde...
Eso en lo que menos se cree,
es de lo que menos se habla.
Y en el aburrido ritmo de algunas ideas zafias
qué giran alrededor de lo perpetuo, persiste el yo enajenado. No podemos desprendernos de la estupidez que va a nuestro lado, camina con nosotros y encima, nos gobierna.
Ése que va seguro de sí mismo, el que distrae la mente, pero el alma está carente del consciente imaginable...
En torno al fuego espiritual,
que se despliega;
hay en esas manifestaciones pancartas
que se manifiestan convencidas.
al vacío mental, la dejación y al miedo.
Ellas aplauden desde sus letras en cartón.

Lo creemos todo de esa ideas lanzadas al viento,
que, como las flores de diente de león sopladas en la brisa,
parecen volar diciendo: "¡que soy Dios, no cierres los ojos!"
(¡Y, ay de quien los tiene abiertos!)


¡Oh, mi karma en soledad, recapacita sus tantas horas de oración en el convento interior, que es como un poema enajenado, dentro de mi zozobrante barca de sueños de locura!
¿Soy acaso un Dios?- Me pregunto
Acaso sea, una danza de brujas llena de luz secreta, qué se evapora en palabras de humo,
qué se abriga en el limbo de una ilusión,
o qué estafa la razón de lo sensato.
O, se aprovecha del momento. 
-¡Ah!, -me digo- ¿pero es mentira la vorágine de los sueños, y hacer más breve el tránsito de la vida a la muerte?
¿Se puede engañar a tanto lerdo que no piensa con su cabeza?

¿Se vive acaso para engañar y llenar de mentiras este mundo, con la obcecación del que cree, sin creer en el que tiene a su lado?
"No era, -acaso para este ser mío-, una oración donde predominaba lo sensorial, lo corpóreo.
La oración del pueblo medieval, más que de conceptos, estaba formada de gestos, de expresiones corporales. Por eso, Francisco de Asís, -mi patrono- a la hora de encontrarse con su Señor, reza con su cuerpo, y peregrina, canta, gime, ríe y llora como la forma más natural y sincera de presentarse ante Dios, -locuras que me ha trasmitido-. Esta fusión de oración litúrgica y popular es lo que hace de Francisco un orante que, hundiendo sus raíces en la oración más teológica, la liturgia, es capaz de ofrecerla al pueblo, a la gente sencilla, en formas diáfanas y asimilables".

Claro que habemos gente para todo, dispuestos a ser ejército, con tal de creer al primer líder, gurú o pastor enajenado, basta que hable diferente, con las palabras precisas, convincentes, alzadas y seguras, para un auditorio de analfabetos funcionales!
¡Ah, qué vergüenza dan los acertijos, son las locuaces, las afirmaciones, las palabras de humo que se pronuncian en un paraíso de fe ciega, confiada al espejismo que se le vende al tibio, al que no piensa y acepta consejo ajeno, convencido de percibir que no le llega ni con la 'paloma' del Espíritu Santo. 
Se llena la existencia de afirmaciones y desacertadas, elucubraciones extrañas; de interrogantes insuflados de luz propia, que se endosan a Dios mismo, ¡por favor!
El Creador tiene que reír a mandíbula batiente.
(¡Qué vergüenza!)

Precisamente, es éso en que no se piensa,
lo que más confunde...Èso en lo que menos se cree,
y de lo que menos se habla. No, no está prohibido, pero no beneficia a pobre lego. Se confunde.
-Mas, resanar el alma en soledad, ¿nos vale?
¡Acaso, confiados en su infinitud, se fortalece
y entonces, la acompañamos con trompetas!
¡Ay, cuánto imaginar sin fundamento!
En el aburrido ritmo de algunas ideas,
girando en su locura como peonza sin concierto  en torno al ser, junto a lo verdadero que es y existe,que se enseña en las pancartas,
que pervierte con su soberbia. Las pobres letras deberían caerse de la vergüenza.
 Pregunto a toda Nada desorientada que va como una loca por la vida:
"Si, ¿Dios, nos mira?" o, "¿Todo dios lo hace?"
Y acaso, se piense o piense,
que somos sólo del karma en soledad
en una danza de brujas en su aquelarre.
Puede que, llenos de luz secreta
qué se evapora en palabras como el humo,
se edita en la credulidad del sentimiento,
se fija por pena o por temor
en cualquier mente ajena y, si prospera,
abriga los temores propios ante lo impensable,  por eso se acompaña de otras Nadas.


alattkeva

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